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R2: COMPONER EL KIT DE CAMPO

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Componer el Kit de Campo — Comunidad de yoga en un gimnasio local Mi trabajo de campo tiene como objetivo observar y comprender cómo se construye el bienestar colectivo en las clases de yoga de mi gimnasio, prestando atención a la relación entre cuerpo, espacio y objetos. En la Fase 1 ya describí la comunidad: un grupo diverso en edad y condición física donde la instructora adapta la práctica para atender a distintas necesidades. En esta segunda parte, el foco…
Componer el Kit de Campo — Comunidad de yoga en un gimnasio local Mi trabajo de campo tiene como…

Componer el Kit de Campo — Comunidad de yoga en un gimnasio local

Mi trabajo de campo tiene como objetivo observar y comprender cómo se construye el bienestar colectivo en las clases de yoga de mi gimnasio, prestando atención a la relación entre cuerpo, espacio y objetos. En la Fase 1 ya describí la comunidad: un grupo diverso en edad y condición física donde la instructora adapta la práctica para atender a distintas necesidades. En esta segunda parte, el foco se sitúa en cómo aplicar la metodología etnográfica para estudiar esa experiencia compartida desde una mirada sensible, reflexiva y culturalmente informada.

1. La etnografía como herramienta para el diseño

La etnografía es una metodología que busca comprender las prácticas sociales y los significados culturales desde la observación y la participación directa. El investigador se introduce en el contexto para aprender de las personas, escuchando y observando sus acciones cotidianas.
Como señala Ton Otto (2013), el diseño y la antropología comparten la idea de “aprender haciendo”: el conocimiento surge de la interacción y de la colaboración con las personas. En este sentido, la etnografía aplicada al diseño permite entender cómo los objetos, espacios y gestos adquieren sentido dentro de una comunidad.

Gustavo Lins Ribeiro (2006) propone la noción de descotidianizar, es decir, mirar lo conocido con ojos nuevos. En mi caso, aunque formo parte del grupo de yoga, asumiré una posición de extrañamiento para observar con distancia crítica las dinámicas que suelen pasar inadvertidas: la forma en que las personas adaptan las posturas, cómo interactúan con los objetos o cómo el ambiente condiciona la experiencia corporal.

Esta actitud de atención plena conecta con la propia filosofía del yoga, que invita a observar sin juzgar. Por eso, la práctica y la etnografía se complementan: ambas implican una mirada consciente sobre el cuerpo, el espacio y las emociones.

2. Contexto cultural del yoga

El yoga, de origen indio, combina cuerpo, mente y respiración en busca de equilibrio y conciencia (Eliade, 2009). En su expansión hacia Occidente, se ha convertido en una práctica asociada al bienestar físico y emocional, integrada en estilos de vida que valoran la calma, el autocuidado y la conexión interior (Singleton, 2010). En el contexto del gimnasio, esta herencia espiritual se traduce en rutinas accesibles a distintas edades y capacidades, donde el diseño del entorno —luz, temperatura, música, disposición de las esterillas— cumple un papel fundamental para generar un ambiente de serenidad y concentración.

3. Mi Kit de Campo

Mi Kit de Campo combina herramientas clásicas de la etnografía con recursos visuales y sensoriales inspirados en el diseño antropológico:

  1. Cuaderno de campo
    Anotaré descripciones de las sesiones, interacciones, movimientos y sensaciones. También incluiré reflexiones personales sobre mi papel dentro del grupo, siguiendo la idea de conciencia práctica propuesta por Lins Ribeiro (2006).

  2. Entrevistas informales
    Conversaré con la instructora y algunos compañeros para conocer sus motivaciones, experiencias y percepciones del bienestar. Utilizaré una guía abierta basada en Spradley (1979), favoreciendo una comunicación espontánea y respetuosa.

  3. Registro visual y sensorial
    Tomaré fotografías del espacio y de los objetos (sin rostros), y realizaré anotaciones sobre luz, olor, temperatura y sonidos. Como plantea Pink (2013), el enfoque visual y sensorial ayuda a captar la dimensión emocional de las prácticas culturales.

  4. Mapa del espacio y de la experiencia
    Elaboraré un plano de la sala para identificar flujos de movimiento, zonas de concentración y elementos del entorno que influyen en la práctica. Este recurso, utilizado por Gunn, Otto y Smith (2013), permite traducir observaciones en posibles ideas de diseño.

4. Adaptación del Kit al contexto

Mi Kit está pensado para un entorno donde el cuerpo es la principal fuente de conocimiento. Siguiendo el audio Ethnography and Design 1: Disability, Design, and Performance (Cultural Anthropology, 2019), el diseño debe atender a la diversidad funcional de los cuerpos. Observar cómo las personas modifican las posturas o emplean distintos objetos de apoyo me permitirá identificar cómo el diseño del espacio favorece la accesibilidad y la inclusión.

De este modo, mi trabajo no busca evaluar el rendimiento físico, sino comprender cómo el yoga se convierte en una experiencia cultural compartida que combina tradición, adaptación y bienestar contemporáneo.

5. Dimensión ética

El trabajo se desarrollará con respeto absoluto hacia la privacidad y los derechos de las personas observadas. No se tomarán imágenes identificables ni se recogerán datos personales sin consentimiento previo. La participación será voluntaria y se explicará a todos los involucrados que el proyecto tiene fines académicos. La confidencialidad será preservada en todo momento.

Bibliografía 

  • Cultural Anthropology. (2019, April 16). Ethnography and Design 1: Disability, Design, and Performance [Audio podcast]. Society for Cultural Anthropology. https://www.culanth.org/fieldsights/ethnography-and-design-1-disability-design-and-performance

  • Eliade, M. (2009). Yoga: Inmortalidad y libertad. Fondo de Cultura Económica.

  • Gunn, W., Otto, T., & Smith, R. C. (2013). Design Anthropology: Theory and Practice. Bloomsbury Academic.

  • Lins Ribeiro, G. (2006). Descotidianizar: extrañamiento y conciencia práctica. El camino zen de la etnografía.Universidad Autónoma Metropolitana.

  • Otto, T. (2013). Anthropology and Design [Video]. University of Southern Denmark.

  • Pink, S. (2013). Doing Visual Ethnography. Sage.

  • Singleton, M. (2010). Yoga Body: The Origins of Modern Posture Practice. Oxford University Press.

  • Spradley, J. P. (1979). The Ethnographic Interview. Holt, Rinehart and Winston.

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R2: DEFINIR LA COMUNIDAD

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R2: DEFINIR LA COMUNIDAD

Definir la comunidad — practicantes de yoga en un gimnasio local La comunidad que he elegido para mi trabajo de campo está…
Definir la comunidad — practicantes de yoga en un gimnasio local La comunidad que he elegido para mi trabajo…

Definir la comunidad — practicantes de yoga en un gimnasio local

La comunidad que he elegido para mi trabajo de campo está formada por las personas que practican yoga en el gimnasio al que asisto semanalmente. Este grupo, que considero accesible y cercano, se caracteriza por su diversidad de edades, condiciones físicas y motivaciones: participan tanto personas jóvenes como mayores, algunas con patologías o limitaciones que requieren adaptaciones. Esta pluralidad convierte las clases en un espacio inclusivo donde cada cuerpo se expresa a su manera, reflejando distintas formas de entender el bienestar.

Imagen 1. Centro de yoga.

El yoga, originario de la India, es una práctica milenaria que combina cuerpo, respiración y mente con el propósito de alcanzar equilibrio y conciencia plena (Eliade, 2009). A lo largo de su expansión hacia Occidente, ha sufrido transformaciones que lo han convertido en una disciplina orientada no solo al desarrollo espiritual, sino también al bienestar físico y mental. Según Singleton (2010), el yoga moderno se caracteriza por la fusión entre tradición oriental y cultura corporal occidental, donde la práctica física se vuelve central pero sigue conservando un sentido simbólico de armonía y autocuidado.

En este sentido, las personas que lo practican suelen compartir valores como la calma, el respeto, la sostenibilidad y la conexión con uno mismo, conformando un estilo de vida centrado en el equilibrio. La Organización Mundial de la Salud (OMS, 2018) reconoce el yoga como una práctica beneficiosa para reducir el estrés, mejorar la movilidad y favorecer la salud integral, lo que explica su creciente popularidad en contextos urbanos.

En el gimnasio donde realizo mis clases, esta filosofía se adapta al entorno cotidiano. La instructora propone diferentes niveles de intensidad y ofrece variaciones de las posturas según las capacidades de cada participante, utilizando materiales como bloques, correas o cojines. Este enfoque democratiza la práctica y transforma el espacio en un lugar de aprendizaje compartido, donde cada persona puede avanzar a su ritmo y sentirse acompañada. Además, los objetos, la música suave, la iluminación tenue o incluso los aromas ayudan a crear una atmósfera común de tranquilidad y pertenencia.

He decidido estudiar esta comunidad porque formo parte de ella y me resulta un entorno ideal para explorar cómo el diseño, el cuerpo y la cultura del bienestar se entrelazan. Me interesa observar cómo los distintos participantes reinterpretan la práctica del yoga según su edad, experiencia o situación personal, y cómo los elementos materiales y sensoriales del espacio contribuyen a esa experiencia colectiva.

Desde una perspectiva ética, me comprometo a respetar la privacidad y el anonimato de las personas que participan en las clases. No registraré imágenes ni datos personales sin consentimiento, y toda la información obtenida será utilizada con fines académicos. Mi expectativa principal es comprender cómo el yoga, en su versión contemporánea y adaptada, funciona como un espacio cultural de equilibrio, inclusión y comunidad dentro de la vida moderna.

Bibliografía

  • Eliade, M. (2009). Yoga: Inmortalidad y libertad. Fondo de Cultura Económica.

  • Singleton, M. (2010). Yoga Body: The Origins of Modern Posture Practice. Oxford University Press.

  • Organización Mundial de la Salud (OMS). (2018). Global action plan on physical activity 2018–2030: More active people for a healthier world. WHO.

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ANTROPOLOGÍA DEL DISEÑO

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MI OBJETO: LA VELA Vinculación personal Desde siempre he sentido una conexión especial con las velas. Me resultan acogedoras, cálidas y evocadoras.…
MI OBJETO: LA VELA Vinculación personal Desde siempre he sentido una conexión especial con las velas. Me resultan acogedoras,…

MI OBJETO: LA VELA

Vinculación personal

Desde siempre he sentido una conexión especial con las velas. Me resultan acogedoras, cálidas y evocadoras. Comencé a usarlas cuando estudiaba, ya que encender una vela transformaba el ambiente de mi habitación: la luz se volvía más suave, el olor más agradable y todo parecía calmarse. Esa sensación de refugio y serenidad se convirtió en una especie de ritual diario. Con el tiempo, las velas pasaron a formar parte de mi espacio de trabajo: ahora que soy freelance y paso muchas horas en casa, encender una vela marca el inicio de mi jornada, creando un entorno tranquilo y concentrado.

Mis favoritas son las velas con mecha de madera, que crepitan como si fueran una pequeña chimenea. Además de su sonido, elijo velas elaboradas con cera de soja, por ser naturales, sostenibles y menos contaminantes que las de parafina. En los últimos años incluso he empezado a hacerlas yo misma, eligiendo los aromas, los recipientes y los colores, lo que añade una dimensión creativa y afectiva al objeto. Cada vela que fabrico es una pequeña extensión de mi personalidad y de mi forma de entender el bienestar cotidiano. Como señala Sennett (2009), el trabajo artesanal refuerza la conexión entre el hacer manual y la identidad personal.

Análisis formal y funcional

Formalmente, la vela es un objeto sencillo: un cuerpo sólido de cera con una mecha central que, al arder, produce luz y calor. Sin embargo, en su aparente simplicidad reúne varios elementos de diseño: forma, material, color, aroma, textura y sonido, todos orientados a generar una experiencia sensorial completa. Su función práctica original era iluminar, pero en la actualidad su valor se ha desplazado hacia lo simbólico y emocional: crea atmósferas, estimula la memoria olfativa, acompaña momentos de intimidad o meditación y aporta identidad al hogar.

La “necesidad universal” que cubre la vela ha pasado de ser la de la luz a la de confort emocional, belleza y bienestar. Tal como señala Miller (2008), los objetos cotidianos no solo satisfacen necesidades prácticas, sino que también configuran nuestra identidad y nuestras emociones dentro del hogar.

Análisis cultural y simbólico

A lo largo de la historia y en distintas culturas, las velas han tenido un papel fundamental como objeto ritual, simbólico y social. Su presencia es universal, aunque con matices según la época y el contexto. Como indica Appadurai (1986), los objetos adquieren significados a través de su circulación social y su uso simbólico, lo que explica por qué una vela puede representar tanto lo sagrado como lo cotidiano.

En el mundo antiguo, ya existían formas de iluminación semejantes: los egipcios y romanos utilizaban antorchas o lámparas de grasa animal. Las velas de cera aparecieron en Europa hacia la Edad Media, asociadas primero al ámbito religioso —iluminando iglesias, procesiones y altares— y luego al doméstico. En el cristianismo, simbolizan la presencia divina y la esperanza; en el hinduismo y el budismo, representan la sabiduría espiritual y la iluminación interior. En México, durante el Día de Muertos, guían a las almas; en Japón, las velas se emplean en rituales de té y ofrendas (ohaka-mairi); y en los países nórdicos, son un elemento esencial del estilo hygge, vinculado al bienestar y al calor del hogar.

En la cultura occidental contemporánea, las velas han adquirido nuevos significados sociales. Se usan en cumpleaños, donde simbolizan los deseos y el paso del tiempo; en bodas y funerales, donde representan la continuidad y la memoria; en rituales espirituales o esotéricos, para canalizar intenciones o energías; en espacios de relajación como spas o centros de yoga, asociadas a la calma y la conexión interior; y en el ámbito doméstico, como elemento decorativo y sensorial.

Hoy, encender una vela puede ser un acto de autocuidado o introspección, adaptado a nuevas prácticas sociales como el mindfulness o el slow living, reflejando valores contemporáneos de calma y sostenibilidad. Desde la perspectiva de la cultura material, los objetos encarnan las creencias y sensibilidades de quienes los producen y utilizan (Prown, 1982), de modo que la vela expresa tanto una búsqueda espiritual como un ideal estético y emocional propio de nuestro tiempo.

Por otro lado, hacer mis propias velas se inscribe dentro de una tendencia cultural más amplia: el movimiento “hazlo tú mismo” (DIY), que reivindica la creatividad manual frente a la producción industrial. Así, la vela encarna tanto una función simbólica (refugio, calma, espiritualidad) como una dimensión cultural que habla de los modos de vida actuales y de los valores de una generación que busca belleza y equilibrio en lo cotidiano.

Diseño y antropología: una reflexión

La relación entre diseño y antropología se hace evidente en objetos como la vela, donde la forma y la función se entrelazan con los significados culturales. La antropología nos ayuda a comprender que el diseño no solo produce objetos útiles, sino también símbolos cargados de identidad, memoria y emoción colectiva (Baudrillard, 2009). La vela, en sus distintas versiones históricas y culturales, es un claro ejemplo de cómo un mismo objeto puede adoptar múltiples sentidos simbólicos según el contexto.

Desde la mirada del diseño, la vela ha evolucionado adaptándose a los modos de vida y sensibilidades de cada época: de herramienta de iluminación a objeto decorativo, espiritual o terapéutico. Esta capacidad de transformación demuestra cómo el diseño se nutre de la cultura, y cómo la cultura se materializa en los objetos (Attfield, 2000; UOC, 2024).

Conclusión

Mi vínculo con las velas trasciende su aspecto estético o funcional. Representan un acto cotidiano de cuidado y conexión personal, un pequeño gesto que transforma el entorno y el estado de ánimo. Al analizarlas desde la antropología del diseño, comprendo que este objeto no solo habla de mí, sino también de mi tiempo y mi cultura: de una generación que busca calma, sostenibilidad y belleza en lo cotidiano. La vela, es testimonio de cómo el diseño puede iluminar no solo espacios, sino también significados.

Bibliografía (formato APA 7ª edición)

Appadurai, A. (1986). The Social Life of Things: Commodities in Cultural Perspective. Cambridge University Press.

Attfield, J. (2000). Wild Things: The Material Culture of Everyday Life. Berg Publishers.

Baudrillard, J. (2009). El sistema de los objetos. Siglo XXI Editores.

Csikszentmihalyi, M., & Rochberg-Halton, E. (1981). The Meaning of Things: Domestic Symbols and the Self. Cambridge University Press.

Miller, D. (2008). The Comfort of Things. Polity Press.

Prown, J. D. (1982). Mind in Matter: An Introduction to Material Culture Theory and Method. Winterthur Portfolio, 17(1), 1–19

Sennett, R. (2009). El artesano. Anagrama.

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